En el debate del lunes me pareció sumamente provocador sugerir que una megatendencia constituye o pueda constituir un paradigma. Aunado a ello, el tema se complejiza cuando en la práctica un paradigma o megatendencia influye en la definición y formación de las organizaciones publicas. Ahora, bien en los últimos 50 años la comunidad científica abrió una intensa discusión en torno a la viabilidad del método científico y la posibilidad de pensar el conocimiento a través de paradigmas. En mi opinión no es un asunto menor, toda vez que entiendo por paradigma aquella alternativa para representar e interpretar a la realidad social. Siendo así el argumento, éste se formula epistemológicamente a partir de tres elementos: 1) modelos; 2) aproximaciones (estadísticas); y, 3) medición de daños colaterales. En esta visión, se flexibiliza tres elementos del método científico: 1) la infabilidad de los cálculos exactos; 2) se reducen las estructuras de explicación; y, 3) se limita el carácter predictivo.
Analizando los elementos del paradigma se entiende con más claridad el porqué de la fuerza que han adquirido las megatendencias en la definición de las organizaciones públicas y por su puesto, el impacto de las mismas en el marco de relación de estas con la vida pública.
Por otro lado, al debatir sobre la ausencia que prevalece en la administración pública para contar con un marco de análisis que les permita analizar desde distintos ángulos la dimensión de sus errores, fallas o equivocaciones en la definición e implementación de decisiones, me parece que es igualmente aplicable para el poder legislativo y para el poder judicial. La riqueza del marco para analizar las fallas del poder, esta en ampliar los sitios y contornos con los que miramos al sistema político, atendiendo a la diferenciación de centros de poder o de decisión. El punto pienso que va más allá de los propios diagnósticos o estructuras FODA.
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