martes, 19 de agosto de 2008

Los partidos y el centro político

Recientemente, en una de nuestras sesiones se planteó el anáisis de la tendencia de los partidos políticos a declararse de centro. Esta tendencia ha evidenciado una confrontación entre la estrategia de los lideres de evitar comprometerse con una linea política clara, con la demanda de los militantes de que sus partidos se definan por una de ellas, especialmente por posiciones de izquierda, desde las moderadas hasta las más radicales, lo cual supondría un alto costo para las dirigencias, a la hora de asumir el control del gobierno asi como al establecer coaliciones para luchar por y ejercer el poder.

Desde la década de los años 80´s, de manera paralela a la crisis fiscal, después social y política, del Estado, entre demandas sociales en expansión y pérdida de legitimidad de los partidos políticos, así como de las instituciones públicas, estas formaciones abdicaron de las etiquetas de corte socialista, incluída la social democracia, e inclusive de declaraciones de derecha, posicionandose paulatinamente en una línea pragmática, o de centro, que supone una mayor capacidad de negociación y menos compromisos de políticas y de recursos, a la hora de asumir el poder. Carles Boix, en "Partidos Políticos, Crecimiento e Igualdad", hace un excelente análisis de la similitud en las políticas de partidos de derecha y de izquierda, principalmente el partido liberal del régimen de Thatcher y el socialista obrero español de Felipe González, con el mérito de demostrar que la trasformación del Estado atraviesa concepciones políticas e ideológicas diferentes, antaño incluso antagónicas. Inclusive Niklas Luhman trata en "Teoría Política del estado de Bienestar" de encontar un modelo explicativo del funcionamiento político del Estado postbienestar, misma que aún está incompleta.

Si acudimos al modelo de Robert Dahl de la poliarquía, en donde el Estado se descentró, es decir, se quitó del vértice del poder y es ahora un actor más, que compite con otros poderes para definir las políticas, podemos comprender mejor este reposicinamiento de los partidos sin incurrir en que la ciencia politica entre en un juego de adjetivaciones moralistas y subjetivas.

En ese sentido, los partidos políticos, más por institinto de supervivencia y de modo empírico, reconocen tácitamente que la estructura que aspiran a dirigir no lo determina ni lo puede todo y se presentan como una opción que puede arbitrar y negociar el ejercicio del poder y de las políticas públicas, mediante posiciones de centro. Esto contrasta con la situación de hace tres décadas en que en América Latina los partidos y sus presidentes lo podían todo, aunque de llo quedan todavía reminiscencias en varios regímenes, a pesar del avance de la democracia.

Laa políticas públicas, por su corte pluralista y a la vez técnico pueden hacer mucho por consolidar este momento de cambio y transformar a las organizaciones públicas como el campo vital por excelencia de la negociación política y de la racionalidad pública que supone poner al gobierno en acción, pero también con ética, legalidad, eficacia, ahorro, transparencia y perspectiva histórica. El puro empirismo puede también generar el riesgo de que la incapacidad de posicionarse en las transformaciones globales, mediante un modelo coherente propio y la decadencia de las instituciones públicas, presas de la improvisación, los grupos de interés y la corrupción, coloque a un país como México en el cabús de la globalidad e incluso pueda ser arrollado por ella, con el atraso, incluso la regresión social y económica que ello puede significar.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo que en la actualidad los partidos políticos deben de ser más accesibles a las ofertas y propuestas de otros partidos póliticos, ya sean de ideología de izquierda, derecha ó centro. Ya que el país en la actualidad necesita muchas reformas para que seamos más competitivos a nivel internacional.
El ser un partido de izquierda no quiere decir que no sea un partido que proponga y que legisle responsablemente. También creo que los partidos deben de llegar a un punto de acuerdo en el que deben de evaluar la propuestas de todos y sacar las mejores propuestas para así aprobar leyes más equitativas y justas para todos. En dónde se plasme un concenso mayoritario de todos los partidos.

rotero dijo...

La búsqueda por el centro político resulta ser la posición más cómoda, pero a la vez la menos comprometida con un proyecto de nación. Pretender ser el negociador entre la izquierda y la derecha, pero ello no lo excluye de sus inclinaciones. Ante el cuestionamiento de lo que significa ser de centro, inmediatamente se opta por decir centro - izquierda. Por tanto, comenzar a buscar una descripción de centro – izquierda se vuelve indispensable, para no quedarse sin identidad. La izquierda históricamente, con todas sus aristas, interpretaciones o acciones, se resume con la búsqueda de la libertad y la justicia social. Por lo que suena menos grave ser centro – izquierda que centro - derecha.
Cuando se evita la declaración de ser de izquierda es porque se teme a la etiqueta de la izquierda conocida en México: de la revuelta, de la manifestación, del contestatario, etc. hasta caer en el exceso del comunismo ortodoxo. Sin embargo, el decir centro – izquierda, permite una declaración con una tonalidad de tolerancia y racionalidad.
Lo inevitable es aseverar que ser de derecha, hasta el más purista de los derechistas, les da pena aceptarlo. La derecha más que la izquierda, esta satanizada por su estereotipo. Entre lo que se cuenta el autoritarismo y los sistemas militares inflexibles en el gobierno. La pregunta es, cuantos miembros de la ultraderecha son capaces de declarar públicamente que son de derecha. Cuantos no niegan serlo y se disfrazan en el sentido humanista. Qué significa eso en una posición de acción política.
Lo que es cierto, es que tanto la posición de izquierda como la derecha, tienen la obligación de conocer que es lo que piensan los ciudadanos de sus posiciones y no deben quedarse viéndose el ombligo y combatiendo al opuesto por el simple hecho de ser su polo opuesto, sin escuchar, ni asumir una posición de empatía, que más que serlo con el adversario, debe ser con el ciudadano. Por estas razones la posición de centro es la más cómoda, pero están obligados quienes así se asumen, ha decidir por la izquierda o la derecha. O más bien, a ser honestos y declarar cuál es su posición real . . .