Uno de los resultados de la elecciones presidenciales mexicanas de 2006 es la evidencia de que la vida pública del país cambió completamente. En abono del sistema político, hay que reconocer que a diferencia de los regímenes de principios del siglo XX, en donde la disidencia se reprimía violentamente, como fue el caso del general Serrano, por ejemplo, victimado en la carretera a Cuernavaca, pagando su osadía de aspirar a la presidencia de la república, en estos tiempos un ex candidato, Andrés Manuel López Obrador, se declara presidente legítimo, realiza recorridos por todo el país, aparece cotidianamente en todos los medios de comunicación, incluída la televisión, insulta al presidente legal y............no pasa nada. Quién podría negar la diferencia política. No obstante, tampoco nadie puede decir que no es necesario repensar y reformar las instituciones que impiden que esta diversidad no se traduzca en acuerdos para las decisiones públicas y evite que la pluralidad pueda seguir con un proceso de división, rencor y frustración colectivas.
Por otra parte,es evidente que el sistema político es renuente a comprenderse a sí mismo y aprovechar el cambio para fortalecerse y consolidar al país como una democracia de primer nivel. El constante ánimo de linchamiento político contra el PRD y su ex candidato presidencial lo aleja de la negociación y, además, le reduce su papel de mediador frente a la amplia masa de personas irritadas, decepcionadas y opuestas al sistema, por el constante empobrecimiento, la pérdida de poder adquisitivo y la degradación de su vida, como se puede apreciar en el campo o en la ciudad. Es precisa una gran pregunta: ¿A donde irían todos los excluídos y críticos sin el espacio que les ofrece o debiera ofrecerles la izquierda?
La respuesta no es lejana: muchos a la radicalización y la violencia. En el país se presume que existen hasta veinte movimientos armados y las evidencias de mexicanos en las guerrillas sudamericanas, señalan el riesgo de salidas radicales ante la represión política, que puede afectar la paz y la estabilidad política.
Por ello, el sistema debiera entender la importancia de fortalecer el sistema de partidos, para prevenir su derechización (vgr. colombia) y para ofrecer un espacio institucional de expresión y negociación a amplias capas de la población por medio de un partido político que, sin que sea cuestión de gustos, es imprescindible para la estabilidad.
Por supuesto que es una lectura que ni el propio PRD ha comprendido en general, toda vez que su amplio movimiento social, alcanzado en 2006, cosa no vista desde las últimas décadas del siglo XX, se perdió en la negociación de cargos legislativos y no en una agenda de diálogo para influir en el rumbo del país, cuya agenda pública es demasiado amplia para confiarla solo al gobierno.
Quizá el caso del petróleo y la intención de reformar a la empresa que lo explota, desde su financiamiento hasta su operación, pudiera ser el campo para que cada cual asuma su papel en el contexto de la idea de que el futuro no puede darse sin un régimen de partidos plural y dialogante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario