domingo, 3 de marzo de 2013

DEBATIR LA EDUCACIÓN


por Martín Vera

El proceso judicial en contra de la ex líder del sindicato magisterial, Elba Esther Gordillo, levantó una enorme polémica nacional, que va desde los aspectos jurídicos, los políticos, hasta el hecho de que, independientemente de que el enriquecimiento inexplicable es evidente,  hay varios aspectos que son bastante confusos, por decir lo menos, como son  la condena previa que ya se emitió en los diversos medios y por instituciones oficiales,  la estrategia de escarnio político y la rapidez con la cual el SNTE la sustituyó en el cargo de presidenta de la organización, lo que se lee como una sentencia de culpabilidad tácita, aunque legalmente, en teoría, en nuestro estado de derecho, cada quien es inocente hasta que se pruebe lo contrario.

Cuando transcurra la atención por este asunto, aún quedará pendiente el tema de fondo, el rumbo de la educación. Aquí lo interesante será ver si la situación de una sola persona puede definir un nuevo camino en materia educativa o es una percepción absolutamente falsa, que encierra acuerdos y percepciones que se han venido negociando desde años atrás, para imponer un nuevo modelo tanto dogmático como de propiedad de las escuelas, la relación laboral de los maestros y el vínculo entre la educación y las necesidades de la industria y los negocios, en un entorno globalizado, muy diferente al que definió los principios de la educación progresista y nacionalista que administraron figuras como Jaime Torres Bodet o José Vasconcelos y en las que incluso se supone que habría sido educado el actual secretario de educación, Emilio Chuayffet.

La educación en México es un tema muy complejo y muy conflictivo.  Hay diversas teorías, interpretaciones, estrategias y proyectos que no permiten identificar una sola línea para el presente o para el futuro.  Está el modelo de la educación, generada desde la Revolución Mexicana que habla de un fenómeno ligado a la democracia y el desarrollo individual y social, con tintes nacionalistas y progresistas. En el extremo opuesto, se encuentra un modelo que privilegia la propiedad privada y la orientación técnica de la educación, vinculada a los fenómenos socioeconómicos de los últimos 30 años, con las pretensiones del libre mercado.  Pero entre esos polos, hay muchas cuestiones confrontadas, tales como las mejores maneras de inculcar la solidaridad, frente a la tendencia del individualismo.  La enseñanza de las ciencias exactas, frente a las artes y las humanidades.  El financiamiento público frente al financiamiento privado. La formación de maestros como un problema público, hasta verlo como un modelo ligado a los intereses financieros y mercadotécnicos de las escuelas y las instituciones privadas. Ello pasa por la ciencia, la tecnología y la innovación, ¿a quien deben servir?, ¿quien las genera, quien las financia?, ¿el Estado debe subsidiar a las grandes empresas o las grandes empresas tienen que ser la punta de lanza?.

Lo cierto es que nada es claro y eso es un grave problema. Inclusive, en materia de modelos educativos, las generaciones actuales de mexicanos hemos sido formados por lo menos por tres o cuatro diferentes programas. Desde el modelo socialista hasta el modelo Montessori. Los padres han visto como en las aulas han cambiado los programas, la colocación de las sillas, la actividad en equipos, uno individual, otro que prefiere las manualidades, u otra que promueve la investigación en redes tecnológicas, entre otros.

Pongamos tan sólo un caso. como bien se ha dicho, no es lo mismo entender el problema de los maestros considerándolo como una cuestión de orden, de disciplina, de capacitación, de métodos adecuados de reclutamiento, o bien, como un problema de cargas excesivas de horas, enormes grupos de alumnos, de falta de plazas, de adecuada capacitación, entre otras. ¿Quien tiene la visión y la capacidad para decir cuál es el problema central? Son tesis opuestas que llevan a políticas y resultados totalmente opuestos.

En esta época, incluso es inentendible la afirmación contundente del secretario de educación cuando dice que el futuro debe ser la educación. ¿De qué está hablando, qué tipo de personas necesitamos formar a través la educación, que asignaturas debe tener, que herramientas, cual modelo? Lo cierto es que nos falta un escenario sobre el tipo de personas que necesitamos que sostengan la sociedad mexicana dentro de 30 años para encaminar los aspectos centrales del sistema educativo en esa dirección. Y es un tema que no se ha discutido ni siquiera mínimamente. Apenas estamos en el nivel de los cacicazgos sindicales, de la propiedad educativa, de los rechazados, pero nada más.

Manuel Castells, un estudioso español, dice que estamos embelesados de las materias de deporte, pero no sabemos qué deporte enseñar y si este educa o deseduca. Efectivamente, no es lo mismo inculcar actividades deportivas en las que predomina el individualismo o actividades que estimulan la cooperación y el trabajo en equipo.

De qué modelo educativo hablamos, cuando el éxito de las sociedades son los centros comerciales y los grandes centros de negocios, a los que es muy fácil acceder, mientras que las escuelas y las universidades se ubican en las orillas de las ciudades y son prácticamente inaccesibles?

Tailandia ya destina el 25% de su producto interno a la universidad y a la tecnología. Japón, en su reciente reforma educativa se propone formar en 20 años ciudadanos que dominen varios idiomas, que sepan hacer negocios y que tengan una visión global. Hay un modelo claro de que es y hacia donde va su educación. No es nuestro caso.

Lo que más pesa en estos días, es que el tema sea Elba Esther. Pero frente a los temas centrales de la educación hay un silencio que estremece y preocupa.


No hay comentarios: