El día lunes 21 de enero, el gobierno lanzó el programa llamado “Cruzada contra el hambre”, que pretende focalizar
este desafortunado tema, como parte importante de las políticas públicas. La situación social del país es muy grave. Se estima que cerca
de 16 millones de personas no sólo viven en la pobreza, sino prácticamente en
la indigencia.
El tema del hambre nos remite necesariamente a la
situación del campo mexicano. Durante los últimos años años el agro se ha
estancado. El balance arroja que el PIB agropecuario solo creció poco más de 2%
en promedio, durante los últimos seis años.
Haciendo un recuento de este sexenio y del sexto informe de
gobierno, tenemos que el Banco Mundial declaró que entre el periodo comprendido
a finales del año 2006 y principios del 2008, el precio de los alimentos en
general se incrementó en casi 50%. ¡Que difícil condición viven ahora las
familias mexicanas para alcanzar su alimentación!
No hemos olvidado que al iniciar enero del año 2007, a
escasos 35 días del anterior gobierno, los precios de la tortilla se dispararon
“sorpresivamente” de los seis pesos en que se vendía en noviembre del año 2006
a niveles de 9-10 pesos por kilogramo en el Distrito Federal.
Incluso se reportó que en algunas entidades de la República
llegó a 15 pesos. Esto representó un desmedido incremento de 67% en un solo mes
para el caso de la Ciudad de México y de 150% en el interior del país. Además,
los precios del trigo y del arroz se duplicaron y triplicaron, respectivamente
en el mismo periodo, lo que se tradujo en el incremento del 42% de la canasta
básica alimentaria.
Por otra parte, el cambio climático, traducido en sequía ha
golpeado duramente al campo mexicano. Nuestros agricultores y ganaderos de 19
estados del país, han sufrido inmisericordemente sus consecuencias. Las
imágenes de animales muertos por falta de agua y de alimentos no son
suficientes para ilustrar la desesperación de miles de familias rurales que ven
desaparecer su único patrimonio y su manera de sobrevivir.
Nuestra nación se encuentra ubicada a nivel mundial, como el
tercer país que más redujo su producción de alimentos por el fenómeno de la
sequía. Lo cual es preocupante porque la cosecha se redujo en 30%, mientras las
importaciones se elevaron a 35%.
En el caso del maíz, las pérdidas han alcanzado los 9,000
millones de pesos. En el caso del frijol, del cual se perdieron el 60% de las
cosechas, fueron 6,000 millones de pesos, los que los agricultores mexicanos
dejaron de percibir este año. Nuestro país consume 32 millones de toneladas
métricas de maíz, de las cuales importa 6.9 millones, una quinta parte. Sin
embargo, se tiene previsto que el maíz que importamos de Estados Unidos llegue
más caro, por los problemas de sequía que también manifestó dicho país.
Con relación a los cítricos, se tiene pronosticado por el
Departamento de Agricultura de Estados Unidos, que nuestro país producirá
294,000 toneladas de naranjas, limones y toronjas en la temporada 2011-2012, lo
que representa una caída de 17.4% frente al ciclo inmediato anterior.
En cuanto al trigo, se tiene registrado un lastimoso record
en importación, ya que suma 741 millones de dólares, un aumento interanual de
32.4%, de acuerdo a los datos establecidos por el Banco de México. El monto es
superior al máximo histórico alcanzado en el 2008, cuando las compras externas
llegaron a 637 millones de dólares.
Por lo tanto, el tema de la pobreza no sólo es un problema de
distribución de alimentos, sino sobretodo de productividad, de rescate del
campo mexicano. No nos podemos aventurar al futuro sin el soporte de un campo
productivo y con mayor bienestar.
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